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Si las cosas fueran al revés!

¿Cómo sería si en vez de tener que pedir visa para ir a los Estados Unidos fuesen los gringos los que tuvieran que pedir permiso de ingreso a Colombia?.
Primero deberían comprar un pin en una banco Colombiano, podría ser en el “Banco Agrario”, luego comunicarse a un centro de llamadas en el Caguan, atendido por una operadora que no tiene idea de ingles, en donde le repetiría lo mismo que ya escucho en una contestadora con acento pastuso.
Luego debería comprar los formatos de solicitud, pagar los derechos y llenar un formato en donde describa todos los detalles de su viaje, sin saber si quiera si lo va a poder realizar. Pero para verle las ganas y complicarle la vida, se le podrían hacer preguntas de cultura general colombiana, como el nombre del guerrillero más viejo, o la quinta estrofa del Himno Nacional.
Llevar una cantidad absurda de papeles que sustenten los ingresos, aunque claro que no se los van a pedir. Pero impresos en papel amarillo, azul y rojo para darle un sentido más patriota.
En la sala de espera puede enterarse de los múltiples tratados bilaterales entre las dos naciones, como por ejemplo el convenio para las familias desplazadas de Manhattan.
Mientras hace ante sala como visitador médico con maletín y corbata, le podemos poner de fondo música de Celedon, los Tupamaros o guabinas para que entre en ambiente, que se sienta en tierra Colombiana.
Y para darle un aire más regional en vez de cafetería le ponemos asador de carbón con mazorca atendido por una boyacense, con delantal de cuadritos azules, y claro puede acompañar su deliciosa comida con un buen refajo. También se le puede vender agua de panela enlatada baja en calorías. Longaniza, chunchullo, morcilla, todo bajo en grasa, arepa de choclo, quesillo descremado y todo los productos típicos para que tenga una probadita de los manjares nacionales sin preocuparse por la figura.
En la entrevista lo atendería un costeño mal hablado, una india emberá con el pelo pintado o una paisita bien querida. Le preguntaría sus intenciones de visita a nuestro país, claro que todo esto después de un buen tiempo de espera, toma de huelas digitales hasta de la nuca, uno nunca sabe esos monos que quieren venir a hacer por acá, después no resultan mañosos. – ¿El señor a quien va a visitar en Colombia?- y señor no se me haga el gringo, contésteme claramente lo que le pregunto.-
Luego de cinco minutos se le devuelve el pasaporte con una hoja en donde no explica absolutamente los motivos del rechazo de la visa, confundirlo y sacarle aun más la piedra. Claro que somos más queridos y le damos las gracias por regalarle a nuestro gobierno la suma que ha pagado por el trámite.
Todo esto es un sueño que algún día veré hecho realidad y disfrutare tanto como disfrutan ellos creyéndose los dueños del mundo.

Francisco Buitrago.

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